Por fin he llegado a Offenburg, después de un viaje sin mayores incidentes y envuelto en cierto halo de aventura. Sobre todo porque, una vez empezó el viaje, caí en la cuenta de que en realidad era la primera vez que, no sólo viajo en avión o voy a un país extranjero, sino que además, iba a vivir por mi cuenta durante un periodo de tiempo, sin la ayuda de mis padres.
La salida hacia Madrid vino salpicada por un aguacero bastante intenso que nos acompañó desde Despeñaperros hasta bien andada la meseta. Allí tuve la oportunidad de probar el jamón (al bueno me refiero) por última vez hasta dentro de mucho tiempo, y es que esta gente tiene jamón serrano, pero que se cura en Suiza, que como todo el mundo sabe, es más conocida por sus bancos que por sus paletillas.
Una vez en Madrid padecimos durante algunos minutos los atascos de la M30 y sus derivadas, tomando salidas hasta llegar a lo que parecía ser alguna de las entradas al aeropuerto. Y allí comenzaron los problemas. La malísima señalización de los accesos nos hizo dar más vueltas que un pavo en un garaje hasta encontrar los aparcamientos.
Una vez dentro la cosa no mejora. Los carteles son muy artísticos y el aeropuerto puede ser una de las mejores obras arquitectónicas del país, ya que es, nunca mejor dicho, para perderte en ella. Destacar el asombrosamente chapucero servicio de información de las puertas de embarque, en las que, si no llega a ser por un chino, me hubiera quedado esperando hasta el día de hoy a que saliese el avión.
Tras un vuelo sin mayor incidencia en la que la comida se gano toda la fama que precede a los catering de los aviones, llego a Frankfurt. Ni os imagináis lo grande que es ese aeropuerto. Sin embargo carece de la belleza de la T4 de Barajas y pese al espacio con el que cuenta da la impresión de ser un lugar angosto y agobiado. Las escaleras son muy estrechas y todo está lleno con pequeños módulos prefabricados.
-. Un saludo para Nestor de Madrid. Sin tu ayuda no habría llegado a tiempo.-
Desde ese momento, sólo me separaban de mi destino dos horas de tren directo y un par de alemanes que parecían más interesados por joderme que por venderme el billete. Y digo esto porque, cuando digo "I want a ICE ticket to Offenburg. 17:54 Please. Second class" no estoy diciendo nada de "Haz el favor de liarme con la primera clase y con tonterias de ida y vuelta", que es lo que el tipejo de la Deutschte Bahn debió entender. O quizá están adiestrados para hacer que los españoles que no hablan alemán lo aprendan a hostias.
Los trenes alemanes son distintos, y eso lo notas en cuanto subes a uno de ellos. Todo está inmaculadamente ordenado y limpio. Tanto que incluso te enfadas porque de donde tú vienes la gente se acostumbra a destrozar todo aquello que es un bien común. Son realmente cómodos, ofreciendo en cada una de las estancias en las que se divide el vagón control absoluto para que el pasajero se mueva, encienda o apague las luces se cambie de vagón, ya que son conscientes de que se le va a dar un uso correcto, con el consenso de todos los pasajeros que allí se encuentran.
En este tramo del trayecto también me encontré con algunos españoles que se dirigían a Friburg. También gente muy maja que en ningún momento dudaron en echarme una mano con el equipaje y en ayudarme a encontrar el asiento, ya que esto tampoco es lo más fácil del mundo cuando no conoces bien el sistema que siguen estos trenes.
Y al final llegué a Offenburg. El pueblo es mucho más pequeño de lo que había imaginado, y eso que contaba con referencias de otros estudiantes (como Juanjo, de informática) que me habían contado que el pueblo no tenía mucho que ofrecer y que lo más seguro es apostar por otras ciudades como Friburg o Mannheim que pronto espero visitar.
Ahora mismo estoy recabando nuevas experiencias que poco a poco iré mostrando en este pequeño espacio. Pronto estará habilitado el espacio en Flikr para que podáis verlo todo
De paso pedir disculpas porque no haya ningún material fotográfico de Frankfurt ni de su estación, tenía que ir muy rápido si no quería perder el tren.
Un saludo a todos:
Fran